EL SUCESOR DEL PRESIDENTE (Joshep Craig)
Un rayo parte el cielo en dos, haciendo que la pequeña casa del distrito cuatro se ilumine.
Unos golpes interrumpen la calma que en El Refugio reinaba.
Un avox va a abrir la puerta. Cuando lo hace se queda de piedra.
-Quiero ver a Rose.-dice la voz de un hombre alto con una gran barba blanca. En el cuello de su chaqueta prendía una rosa blanca.
La avox asiente y hace una inclinación. Va en busca de la joven, que está en la habitación de su hijo, tranquilizándolo.
El presidente entra en el pequeño salón y observa todo con detalle. Examina minuciosamente las diferentes fotografías que adornan la chimenea: una pareja feliz recién casada, un pequeño bebé en brazos de su madre, un chico alto, escuálido ayudando a un niño de unos dos años a caminar...
Su ensimismamiento es interrumpido cuando escucha varios pasos bajar las escaleras. Se gira y ante él aparece una chica de pelo caoba que lo mira horrorizada.
-A..Abuelo-susurra. "¿Cómo nos ha encontrado?" piensa aterrorizada-¿Que haces aqui?-pregunta intentando mantenerse firme.
-Vengo a hacer un trato.-el anciano presidente mira de nuevo las fotos y coge en la que sale el bebé-Un trato en el que saldremos beneficiados los dos, Rose.
La chica mira el marco y luego a su abuelo con desconfianza.
-¿De que se trata?-dice al fin. En ese momento se escucha un trueno y unos gemidos se escuchan desde una cunita que hay junto a la habitación principal.
-No pasa nada Josh...-lo tranquiliza Rose acercándose-Te prometo que se irá-le da un beso y lo coge. Vuelve a mirar a Snow, que observa la escena pensativo- ¿Y bien?
-Hola pequeño-dice el presidente acercándose al niño que lo mira con sus enormes ojos-Asi que... este es Josh ¿no?-Rose asiente-
-Si...-dice Rose. Josh mira a Snow con curiosidad y alza las manitas.-Es mi hijo...-lo acuna y lo protege con su cuerpo-
-Ya veo...-Snow coge al niño y lo alza-Será un buen presidente el dia de mañana-lo observa y sonrie de lado.-
Rose se queda de piedra al escucharlo.
-Jamás...-pero Snow la corta con la mirada y vuelve a centrarse en Josh. El niño mira a su madre y empieza a lloriquear-Josh nunca será tu sucesor.
-Por supuesto que s...
-No te llevarás a mi hijo-una cuarta voz sale de la cocina, cortando al presidente. Es Ian, que ha estado escuchando la conversación desde hacía rato-Antes, pasarás por mi cadáver-se coloca al lado de Rose-
Snow sonríe de nuevo.
-Este es mi trato.-dice-Os dejo vivir en paz a cambio de que Josh, cuando cumpla cinco años, vaya a vivir conmigo a la Residencia y así convertirlo en mi sucesor legítimo. Si no aceptáis...-mira por la ventana- mis mutos se encargarán de ellos...
-No dudaremos en luchar, sucia serpiente-recrimina Ian. Snow suelta una carcajada.
-Verás, señor Craig, hace tiempo, me di cuenta de que no puedo seguir con la responsabilidad de llevar una nación entera. Así que se me ocurrió la idea de que Josh, al ser hijo de mi nieta y llevar sangre de Snow, sea el sucesor que andaba buscando. Ya que él no traicionaría a sui familia-le lanza una mirada asesina a Rose-Por eso vine para proponeros el trato. Sigo siendo compasivo con los rebeldes, y por eso os he dado esta oportunidad. Veo que no estáis dispuestos a aceptar el trato, así que tendré que ir por las malas.
Se acerca a Rose y le coge de la barbilla. Ian va a darle un empujón pero un Agente que vigilaba la puerta lo inmoviliza.
-Te dije que si te casabas con este engendro-señala a Ian que intenta zafarse-Sufrirías mucho... Te quitaría lo que más querías en este mundo. Lo hiciste y ahora pagarás las consecuencias.
Rose lo escucha con lágrimas en los ojos. Sabe que si se opone, el castigo será peor.
-Me desafiásteis en la Arena. Y nadie lo hace en su sano juicio. Por eso, cuando Josh cumpla diez años, vendré a por él para convertirlo en mi sucesor. No hay mas que discutir. Suelta a Craig.
El Agente suelta al hombre que miraba con rabia al presidente. Snow devuelve al niño a su madre y sale seguido de su escolta.
-Recuerda Rose. A los cinco años-dice antes de salir y desaparecer bajo el manto de lluvia...
UN PASADO PARA OLVIDAR (Caesar Flickerman)
-Tengo algo que contarte.-me dice entre sollozos. No me gusta verla así. Siento un nudo en el estómago.
-Tranquila, tranquila.-la abrazo.-Cuéntame que ha pasado.-le dedico una sonrisa tierna, de las que a ella le gusta. Le seco las lágrimas de sus ojos color mar.
-Hoy, en la plaza, se han encontrado a una avox con un niño de unos cinco años. Un guardia la ha visto y le ha gritado. El niño estaba llorando. El agente iba a llevárselo, pero la avox se ha puesto entre los dos, negando entre lágrimas... sin poder hablar... El agente la ha azotado hasta matarla. Iba a ensañarse con el niño y... no he podido evitarlo.-solloza. La abrazo mas fuerte.- He ido a proteger al niño y el agente me ha... me ha...
-¿Te ha que Mari?.-la cojo por los hombros. Estoy aterrado por la historia. Eso no le pasará por alto a Snow.
-Me ha dado un latigazo.-Me enseña una herida en el costado.
-Dios mío Mari...-la cojo en brazos con cuidado.- Ven, voy a curarte.-la llevo a mi habitación y le aplico varias cremas. Cuando termino, la acuesto en mi cama.
-Caesar... Era solo un niño..-susurra entre lágrimas.-No he podido evitarlo...
-Shhh tranquila.-le acaricio el pelo.- Era el hijo de una avox, de una traidora.-beso su mano y me tumbo con ella.
-Pero aún así, era un niño...-murmura quedándose dormida por los efectos de la morflina que le he inyectado.
Me incorporo y paso las manos por el pelo. Todos saben que defender a un avox se castiga con la muerte, puesto que defiendes a un traidor. Lloro en silencio al pensar en ello. No quiero perderla...
La observo dormir. Esa criatura rebosa bondad. Bondad que la llevará a la tumba. Beso sus labios y me tumbo de nuevo junto a ella. La abrazo y apoyo mi cabeza sobre la suya, protegiéndola. Aunque sé que no va a servir de nada...
Un avox va a abrir la puerta. Cuando lo hace se queda de piedra.
-Quiero ver a Rose.-dice la voz de un hombre alto con una gran barba blanca. En el cuello de su chaqueta prendía una rosa blanca.
La avox asiente y hace una inclinación. Va en busca de la joven, que está en la habitación de su hijo, tranquilizándolo.
El presidente entra en el pequeño salón y observa todo con detalle. Examina minuciosamente las diferentes fotografías que adornan la chimenea: una pareja feliz recién casada, un pequeño bebé en brazos de su madre, un chico alto, escuálido ayudando a un niño de unos dos años a caminar...
Su ensimismamiento es interrumpido cuando escucha varios pasos bajar las escaleras. Se gira y ante él aparece una chica de pelo caoba que lo mira horrorizada.
-A..Abuelo-susurra. "¿Cómo nos ha encontrado?" piensa aterrorizada-¿Que haces aqui?-pregunta intentando mantenerse firme.
-Vengo a hacer un trato.-el anciano presidente mira de nuevo las fotos y coge en la que sale el bebé-Un trato en el que saldremos beneficiados los dos, Rose.
La chica mira el marco y luego a su abuelo con desconfianza.
-¿De que se trata?-dice al fin. En ese momento se escucha un trueno y unos gemidos se escuchan desde una cunita que hay junto a la habitación principal.
-No pasa nada Josh...-lo tranquiliza Rose acercándose-Te prometo que se irá-le da un beso y lo coge. Vuelve a mirar a Snow, que observa la escena pensativo- ¿Y bien?
-Hola pequeño-dice el presidente acercándose al niño que lo mira con sus enormes ojos-Asi que... este es Josh ¿no?-Rose asiente-
-Si...-dice Rose. Josh mira a Snow con curiosidad y alza las manitas.-Es mi hijo...-lo acuna y lo protege con su cuerpo-
-Ya veo...-Snow coge al niño y lo alza-Será un buen presidente el dia de mañana-lo observa y sonrie de lado.-
Rose se queda de piedra al escucharlo.
-Jamás...-pero Snow la corta con la mirada y vuelve a centrarse en Josh. El niño mira a su madre y empieza a lloriquear-Josh nunca será tu sucesor.
-Por supuesto que s...
-No te llevarás a mi hijo-una cuarta voz sale de la cocina, cortando al presidente. Es Ian, que ha estado escuchando la conversación desde hacía rato-Antes, pasarás por mi cadáver-se coloca al lado de Rose-
Snow sonríe de nuevo.
-Este es mi trato.-dice-Os dejo vivir en paz a cambio de que Josh, cuando cumpla cinco años, vaya a vivir conmigo a la Residencia y así convertirlo en mi sucesor legítimo. Si no aceptáis...-mira por la ventana- mis mutos se encargarán de ellos...
-No dudaremos en luchar, sucia serpiente-recrimina Ian. Snow suelta una carcajada.
-Verás, señor Craig, hace tiempo, me di cuenta de que no puedo seguir con la responsabilidad de llevar una nación entera. Así que se me ocurrió la idea de que Josh, al ser hijo de mi nieta y llevar sangre de Snow, sea el sucesor que andaba buscando. Ya que él no traicionaría a sui familia-le lanza una mirada asesina a Rose-Por eso vine para proponeros el trato. Sigo siendo compasivo con los rebeldes, y por eso os he dado esta oportunidad. Veo que no estáis dispuestos a aceptar el trato, así que tendré que ir por las malas.
Se acerca a Rose y le coge de la barbilla. Ian va a darle un empujón pero un Agente que vigilaba la puerta lo inmoviliza.
-Te dije que si te casabas con este engendro-señala a Ian que intenta zafarse-Sufrirías mucho... Te quitaría lo que más querías en este mundo. Lo hiciste y ahora pagarás las consecuencias.
Rose lo escucha con lágrimas en los ojos. Sabe que si se opone, el castigo será peor.
-Me desafiásteis en la Arena. Y nadie lo hace en su sano juicio. Por eso, cuando Josh cumpla diez años, vendré a por él para convertirlo en mi sucesor. No hay mas que discutir. Suelta a Craig.
El Agente suelta al hombre que miraba con rabia al presidente. Snow devuelve al niño a su madre y sale seguido de su escolta.
-Recuerda Rose. A los cinco años-dice antes de salir y desaparecer bajo el manto de lluvia...
UN PASADO PARA OLVIDAR (Caesar Flickerman)
-Tengo algo que contarte.-me dice entre sollozos. No me gusta verla así. Siento un nudo en el estómago.
-Tranquila, tranquila.-la abrazo.-Cuéntame que ha pasado.-le dedico una sonrisa tierna, de las que a ella le gusta. Le seco las lágrimas de sus ojos color mar.
-Hoy, en la plaza, se han encontrado a una avox con un niño de unos cinco años. Un guardia la ha visto y le ha gritado. El niño estaba llorando. El agente iba a llevárselo, pero la avox se ha puesto entre los dos, negando entre lágrimas... sin poder hablar... El agente la ha azotado hasta matarla. Iba a ensañarse con el niño y... no he podido evitarlo.-solloza. La abrazo mas fuerte.- He ido a proteger al niño y el agente me ha... me ha...
-¿Te ha que Mari?.-la cojo por los hombros. Estoy aterrado por la historia. Eso no le pasará por alto a Snow.
-Me ha dado un latigazo.-Me enseña una herida en el costado.
-Dios mío Mari...-la cojo en brazos con cuidado.- Ven, voy a curarte.-la llevo a mi habitación y le aplico varias cremas. Cuando termino, la acuesto en mi cama.
-Caesar... Era solo un niño..-susurra entre lágrimas.-No he podido evitarlo...
-Shhh tranquila.-le acaricio el pelo.- Era el hijo de una avox, de una traidora.-beso su mano y me tumbo con ella.
-Pero aún así, era un niño...-murmura quedándose dormida por los efectos de la morflina que le he inyectado.
Me incorporo y paso las manos por el pelo. Todos saben que defender a un avox se castiga con la muerte, puesto que defiendes a un traidor. Lloro en silencio al pensar en ello. No quiero perderla...
La observo dormir. Esa criatura rebosa bondad. Bondad que la llevará a la tumba. Beso sus labios y me tumbo de nuevo junto a ella. La abrazo y apoyo mi cabeza sobre la suya, protegiéndola. Aunque sé que no va a servir de nada...
…........................
-¡Abran la puerta!.-se oye fuera. Me levanto y voy hacia la puerta. La vuelven a golpear. Abro y veo que son Agentes de la Paz. El corazón se me encoje.
-¿Que desean señores?.-digo arrascándome la nuca.
-Venimos a por Marilyn Jhonson. Se la acusa de defender a una traidora.-dice uno de los agentes.
-Aquí no hay ninguna...-pero antes de que termine entran a la fuerza. Van a mi habitación y la sacan a rastras.- MARI NO.-grito. Le pego un puñetazo al que la lleva.
-¡Caesar no!.-dice ella.- Por favor, no hagas nada, pueden matarte.
-NO ME LA PODEIS ARREBATAR.-digo con furia. Dos agentes me sujetan y un tercero me pega un puñetazo en el estómago. Me falta el aire.- No... Mari...
-Caesar, te amo.-dice mientras la sacan a rastras.- Siempre lo haré. No te olvides de mi.-se la llevan y cierran la puerta.
-¡Abran la puerta!.-se oye fuera. Me levanto y voy hacia la puerta. La vuelven a golpear. Abro y veo que son Agentes de la Paz. El corazón se me encoje.
-¿Que desean señores?.-digo arrascándome la nuca.
-Venimos a por Marilyn Jhonson. Se la acusa de defender a una traidora.-dice uno de los agentes.
-Aquí no hay ninguna...-pero antes de que termine entran a la fuerza. Van a mi habitación y la sacan a rastras.- MARI NO.-grito. Le pego un puñetazo al que la lleva.
-¡Caesar no!.-dice ella.- Por favor, no hagas nada, pueden matarte.
-NO ME LA PODEIS ARREBATAR.-digo con furia. Dos agentes me sujetan y un tercero me pega un puñetazo en el estómago. Me falta el aire.- No... Mari...
-Caesar, te amo.-dice mientras la sacan a rastras.- Siempre lo haré. No te olvides de mi.-se la llevan y cierran la puerta.
Noto mi alma desgarrada y grito con furia. Destrozo todo lo que hay a mi alrededor, dejando que la ira me domine. Cuando no hay nada, cojo la chaqueta y salgo hacia la Residencia del presidente.
…..........................
-¿Que desea?
-Quiero hablar con el presidente.
-El presidente está ocupado.-el criado cierra la puerta. Doy un golpe en ella.
-Es urgente.-digo con furia. El hombre me mira y asiente asustado. Me guía a su despacho y llama a la puerta. Se escucha un “adelante” amortiguado.
Entro y voy directo a la mesa. Snow está firmando varios documentos. Me siento enfrente suya.
-Mas le vale que sea urgente si no quiere que le corte la lengua.-dice sin quitar la vista del papel.
-Suéltela.-digo conteniendo la rabia.
-¿A quien?
-Marilyn Jhonson.-digo. Me mira y se quita las gafas. Sonríe.
-Vaya, ¿la defensora de los avox?.-rie.-Lo siento, será castigada, como dice la ley.
-No...-me falla la voz.- Por favor... Haré lo que sea...
Junta las manos y me mira con cierto interés.
-¿Lo que sea?.-asiento.- Bien, ¿que le parece su vida por la tuya joven?
Trago saliva y vuelvo a asentir.
-De acuerdo. Lo que sea para que viva.-El presidente ríe.
-Bien, trato hecho, señor...
-Flickerman... Caesar Flickerman.- Hace un movimiento con la mano y dos guardias me apresan. Me sacan de la habitación y me encierran en una celda oscura. Ahora sólo queda esperar mi muerte...
...........................
No se cuánto tiempo habré pasado en esa celda. ¿Dias? ¿Semanas? El hambre y la sed hacen acto de presencia. Me acerco a la puerta y pego la oreja pero no se escucha nada. Silencio...
De repente, ésta se abre y dos agentes me llevan a rastras. ¿Habrá llegado mi hora? Me sientan en una silla. Delante aparece una mesa con suculentos manjares y agua. Bebo y como con ansia. Mi estómago ruge satisfecho.
-Veo que estar encerrado hace que pierda las formas, señor Flickerman.-dice una voz a mis espaldas. Me doy la vuelta y veo a Snow. Trago la comida.
-¿Que habéis hecho con ella?.-pregunto
-Tranquilo, ella está bien.-se sienta a mi lado.- Vengo ha hablarle del trato que hicimos hace unos días.-sonríe.
-¿Vais a ejecutarme?.-digo serio.
-No, por suerte para usted.-Huele una rosa blanca de su pechera.- Se va a convertir en una estrella.
Dejo que sus palabras calen en mi.
-¿En... una estrella?
-Si, de la televisión.-se levanta y da vueltas.- Va a ser querido por todo Panem. Verá, necesitamos que alguien haga de maestro de ceremonias en los Juegos del Hambre.
-¿Y si me niego?.-digo furioso. No voy a permitir presentar un espectáculo sanguinario. Snow me mira y rie.
-Ella morirá
Así que eso es lo que busca. Suspiro y miro mi plato de comida. Aprieto los puños sobre la mesa.
-Lo haré.-susurro.
-Bien.-Snow saca un papel de la chaqueta.- Firme aquí, es su contrato.-Me tiende un bolígrafo. Lo cojo con furia y firmo.- Estupendo, señor Flickerman, un agente le acompañará a sus aposentos.-Se marcha guardando el contrato firmado. Un agente me empuja bruscamente y me lleva a una habitación mas o menos grande, con vistas a la plaza centras del Capitolio.
Me quedo solo en la habitación. Me tumbo en la mullida cama y respiro hondo. Mi siguiente paso será buscar a Mari... Pero ¿dónde? No tengo ni idea de dónde puede estar.
Oigo la puerta abrirse. Será el avox que se encarga de reponer las toallas. Me giro para verlo y me quedo de piedra. El corazón se me para y las lágrimas caen por mis mejillas de golpe.
La han convertido en un avox. En mi avox personal...
Varios meses después
-Asi que... tenemos dos vencedores.-Snow se pasea por el despacho. Séneca Crane lo sigue con la mirada tenso. Yo miro al suelo.
-Así es señor.-murmura. Levanto la vista y veo que Snow me mira.
-Yo sólo informo señor.-susurro.- No he tenido nada que ver.
-Claro que si, querido Caesar.-me dice acercándose.-No directamente, pero si.-Su sonrisa es terrorífica. Trago saliva.-Puede irse, señor Flickerman. Quiero hablar a solas con Séneca...-Hago una reverencia y me voy lo mas rápido posible a mi habitación. Entro y veo a Mari preparando la cena.
-Mari... tengo miedo.-susurro. Ella me mira y baja la vista. Veo que hay una cámara.- Quiero que me ponga toallas limpias ahora.-digo entrando en el baño. Allí no hay ni cámaras ni micrófonos. Ella asiente y va al armario que hay al otro lado de la habitación. Entro y me siento en el inodoro con las manos en la cabeza. Al rato, noto que alguien me toca el hombro suavemente. Miro hacia arriba y la veo a ella. Sus ojos muestran preocupación. La abrazo con fuerza.
-Snow está enfadado por lo del par de vencedores de estos Juegos.-Digo acariciándole la mejilla. Ella asiente con tristeza.- Me ha culpado de lo que ha ocurrido... Tengo miedo de lo que pueda hacer...-suspiro. Ella sonríe un poco y me coge de la barbilla. Me mira a los ojos. Una sensación de paz me invade. Sonrío.
-Gracias...-le cojo la mano y se la beso. Luego paso a la nariz y luego a sus labios. Ella me abraza el cuello y me besa.-Te amo...
Sonríe mas y asiente. Le acaricio el cuello y noto cómo se estremece. Paso mi mano por sus hombros y su espalda. Ella cierra los ojos y suspira. Empieza a acariciar mi pecho. Me estremezco ante el contacto de su mano con mi piel. La vuelvo a besar, pero esta vez con un poco mas de fiereza. Las ganas de hacerla mía aumentan.
De repente se escuchan golpes. La abrazo protector.
-Tranquila, serán los de la televisión.-sonrío. Ella asiente y se esconde en un rincón Salgo y abro la puerta. Son dos guardias.
-¿Que desean?.-pregunto sonriendo falsamente.
-El presidente quiere hablar con usted a solas.-dice uno. Asiento.
-Espere un momento.-digo cerrando. Me dirijo al baño y vuelvo a abrazarla. Me mira con ojos interrogantes.
-Snow quiere verme.-digo besándola.-Tranquila, estaré bien.-le guiño un ojo y salgo de la habitación.
…...............................
-¿Me llamaba señor?
-Si, necesito que me haga un favor.-dice serio.
-El que quiera. Estoy a... su disposición.-digo inclinándome.
-Quiero que arregle como sea lo del par de vencedores. Aquí sólo puede haber uno. Si no, el pueblo verá que somos débiles y se rebelaran. ¿Lo entiende?.
Asiento.- Haré lo que pueda.
-Mas le vale.-se inclina hacia atrás.- La vida de ella depende de usted. Si lo hace bien, no tendrá que esconderse mas en el baño para besarla.-sonríe.
Me quedo de piedra.-¿Cómo sabe...
-Yo lo se todo...-me corta.- Y ahora retírese.
Hago una reverencia y salgo del despacho asustado...
….............................
-Buenas noches habitantes de Panem.-todo el mundo me aclama. Sonrío.- Menuda sorpresa la de estos Juegos.... ¡Dos vencedores! Es la primera vez que ocurre en toda la historia de Panem.-Todos aplauden.- Mañana, tendremos una entrevista especial con ellos. ¡¿Que les parece?!.-todos gritan y aplauden fuerte.- Bien. Pues mañana a las ocho de la tarde... ¡Entrevista a los amantes trágicos del 12!.-las luces se apagan y todos vitorean. Me seco el sudor. No he podido hacer nada. ¿Cómo iba a venderles al público que la noticia de los dos vencedores es falsa?. Bajo de escenario y me encuentro con Snow.
-Le dije que lo arreglara.-sisea.
-No he podido hacer nada, señor. El público está entusiasmado.
-Sufrirá las consecuencias.-se marcha. Trago saliva y voy a mi camerino. Me quito al peluca y el traje. Cuando acaban conmigo, voy a mi habitación.
Es extraño. Mari debería de estar allí preparando la cena... Pero no, hay otro avox. Me mira y señala mi habitación. Entro en ella y veo un cofre de oro. Lo cojo y lo abro. El estómago se me cierra.
-¡¿Pero que...-grito tirándolo al suelo. Se rompe y de él sale un corazón... humano. Al lado hay una nota y una rosa blanca.
“Le dije que sufriría las consecuencias” leo. Miro el corazón. Y todo empieza a encajar...
Lloro amargamente.- Mari...-susurro.- Por que...-sigo llorando. Lanzo un grito de furia. ¿Por qué ella y no yo? ¿Por qué acepté este estúpido trato? Ahora está muerta y yo... y yo... soy una marioneta de Snow... Mi odio se concentra hacia él y hacia la Chica en Llamas... Si no hubiera comido esas bayas, ahora ella estaría viva...
Me levanto del suelo y me miro al espejo.
-Me llamo Caesar Flickerman. A partir de ahora soy el nuevo maestro de ceremonias de los Juegos del Hambre.
El amor es extraño (Finnick Odair)
Finnick Odair y Annie Cresta, distintos mundos que terminaron unidos. Él un reconocido chico del Distrito 4 por sus dotes para engatusar a las mujeres, cualquier chica o mujer conocía al cobrizo y con solo pronunciar su nombre hacían que sus piernas temblasen. Era alto, muy alto, con una musculatura que algunos databan como “pulido por los dioses” pero que no eran más que el resultado de muchas horas nadando en el mar, su pelo cobrizo le caía en rebeldes rizos sobre la frente y por la parte de atrás de su cabeza se levantaban, normalmente se lo peinaba cual cresta, parecido a una ola en su cabello. Pero lo más resaltable de Finnick eran sus ojos, distintos a todos los habitantes del Distrito 4 que normalmente eran azules como el mar, eran de un tono verdoso como iluminado por el sol que siempre había en su hogar, eran grandes y expresivos al igual que mordaces.
Finnick Odair ganó los Juegos del Hambre con tan solo 14 años, siendo el más joven en la historia de Panem, asesinó a todos sus compañeros en un par de días, cuando recibió lo que ha sido hasta nuestros tiempos el regalo más caro de la historia de los Juegos: un tridente. Cuando este recibió el tridente los Juegos terminaron al poco, aquella arma era como una extensión del brazo de Finnick. Pero esto no terminó aquí, debido a su complexión fuerte y su capacidad de tratar bien a todo el mundo, Finnick Odair se vio rebajado al papel de prostituto. Hasta que no cumplió los dieciséis años no pudieron tocarle, aunque Snow ya le dejó claro asesinando a sus dos padres en un incendio no provocado, supuestamente, cual iba a ser el de papel de Finnick en el Capitolio. Así pues, cuando ya tuvo la edad, Finnick se vio obligado a vender su cuerpo para que Snow no matara a la gente más allegada de Finnick. Pasaron los años y Finnick comprendió la meta de su puesto: Snow no iba a salirse con la suya. Así pues, Finnick consiguió sacar partido a su posición.
Secretos.
Pero todo se volvió patas arribas cuando Finnick tuvo que ser el mentor de Annie Cresta en los 70º Juegos del Hambre.
Annie Cresta era todo lo contrario a Finnick, era pequeña y delicada, una ráfaga de viento era capaz de llevársela metros. Su cabello eran moreno y rizado, la clásica chica del Distrito Cuatro, trabajaba haciendo redes en el puerto de la ciudad, con lo cual ella y Finnick no se conocían más que de vista en el instituto. Tenía los ojos muy grandes, casi como de loca, y quizás fue aquello lo que provocó en Finnick el amor que sintió por ella.
Al principio no se soportaron, Annie no quería estar en los Juegos y Finnick no quería que ella acabase como él, vendiendo su cuerpo. Pero al final terminaron enamorados, ninguno de los dos supo explicar jamás como.
Todo cambió cuando Annie se vio coronada como Vencedora en sus Juegos. Puede que ganara, pero perdió casi toda su cordura. Annie Cresta vio como descuartizaban a su compañero de Distrito justo delante de sus ojos y el resto de tributos fueron arrollados por un terremoto que rescrebrajo toda la Arena. ¿Qué como ganó Annie, la débil y pequeña Annie? Por ser la mejor nadadora.
Después de ser Vencedora, Annie comenzó a tener ataques de ansiedad y de locura. Gritaba y recordaba todas las muertes que ella había visto. Se tapaba los oídos para ausentarse de la realidad y su mirada se perdía con normalidad en un punto inexistente.
Aún así Finnick siguió a su lado. Nadie entiende como Finnick Odair, el niño bonito de Panem, puede estar enamorado de una chica loca como Annie Cresta, pero eso es algo que no puede explicarse.
El amor es extraño.
Una vida llena de mentiras (Elizabeth Silverway)
-Cuida de Elisa de la forma en la que yo no puedo hacerlo… -Con los ojos llorosos Ariadna miraba a aquel agente, había tomado la decisión de irse antes de que su hija acabara en manos de Snow si llegaba a enterarse de que era su nieta.
-Tranquila, Ariadna, cuidaré de ella… Al fin y al cabo también es mi hija… -A pesar de no poder tener familia, aquel agente llamado Eric quería cuidar de ella pero tendría que hacerlo de una forma en la que no se dieran cuenta de que era una hija biológica.
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Elizabeth jugaba con un trapo anudado que hacía como de muñeca en la cama que compartía con su madre cuando de repente escuchó a su madre gritar tras abrirse la puerta. Ella corrió a ver qué pasaba y vio que había dos agentes de la paz aguantando a su madre.
-¡Mamá! –es lo único que pudo decir antes de que otro agente la agarrara a ella de los brazos.
-¡Suelte a mi hija! Ella no tiene nada que ver…-dijo mientras lloraba- Por favor…-sacaron a su madre de su casa.
El agente la soltó con brusquedad mientras salía a grandes zancadas de su casa. Lloraba porque estaba asustada, se habían llevado a su madre no sabía dónde unos agentes que ella no acostumbraba a ver por el distrito y estaba sola en esos momentos. Como pudo se levantó y se secó las lágrimas que le caían por las mejillas, se iba a ir tras ellos pero antes de que pudiera vio a otro agente de la paz entrar en su casa, retrocedió asustada hasta la pared. El agente al ver lo asustada que estaba se quitó el casco dejando ver su rostro.
-Elisa soy yo…-alargó la mano el hombre para que la cogiera y se acercara. Era un hombre de unos treinta años, con los de color gris y el pelo de color negro.- Confía en mí, te voy a llevar a un sitio seguro…
Elizabeth se acercó al hombre corriendo y se abrazó a él llorando, el hombre la abrazó y la cogió en brazos mientras la sacaba de su casa y salían a la calle en la que estaba todo el mundo observando con atención lo que pasaba.
Y allí, en los brazos de ese agente se durmió mientras lloraba por su madre.
La puerta se abrió, con un gran chirrido, dejando ver a una mujer que vestía un vestido de color negro. La mujer no era muy alta, tenía el cabello negro y la piel blanca, era delgada aunque si veías sus piernas estaba casi en los huesos.
-Vengo a traer a otra chica… A su madre se la han llevado y no tiene más familia.
La mujer asiente, cogiendo del brazo a Elisa para meterla dentro del edificio.
-Gracias. –Le espetó la mujer al vigilante antes de cerrarle la puerta en las narices. Se volvió hacia Elisa y comenzó a hablar sin esperar respuesta.- Tenemos normas que deberás cumplir. Primero, si no cumples ningunas de las tareas que te mandamos, sufrirás un castigo. Segundo, deberás respetar a tus compañeros y no hacer que se sientan inferiores. Aquí todos son iguales. –Aún por el brazo cogida, lleva a Elisa hasta la habitación en la que se encuentran todos los demás niños del orfanato- Y tercero, nada de escapar o será peor…
Tras decir estas palabras la mujer se marcha, soltando a Elisa delante de todos aquellos niños, que eran de apariencia física muy diferente a la de ella. Casi todos eran morenos o tenían el pelo algo más claro y de ojos oscuros.
Tres chicas, a cada cual más fea, se acercaban a Elisa con una sonrisa un tanto extraña. Eran castañas de ojos marrones, vestían unas ropas un tanto sucias y se veía que por los brazos tenían algún que otro cardenal.
-Así que pelirroja, ¿eh? –Decía la más grande de las tres mientras tocaba el pelo de Elisa.
-Con pecas… -La mediana pasaba su pulgar por la mejilla de Elisa, con brusquedad, haciendo que se tornara rojo.
-Y de ojos azules… -La pequeña sin miramientos le metía a Elisa un dedo en el ojo.
-¡Auch! –Ella se quejó, cerrando su ojo y dando un paso hacia atrás para apartarse de ellas.
-Uy, le has hecho daño… -La mayor negaba con la cabeza- Creo que no el suficiente…
La mayor tiró de su pelo con fuerza mientras que la mediana le asentaba en la mejilla derecha un puñetazo, no muy fuerte ya que no tenía mucha fuerza. La pequeña de todas que tras acabar sus hermanas se acercó a Elisa y la empujó contra la pared, acorralándola.
-Vamos a jugar, pelirroja…
Una sonrisa se dibujó en cada una de ellas pero no era una sonrisa normal, sino una sonrisa con un toque de maldad. Le iban a hacer daño, eso estaba seguro y Elisa no lo entendía. ¿Le iban a pegar por ser diferente físicamente? ¿Por tener un color de ojos incomparable al de los demás? ¿Por tener pecas? Eso Elisa no lo entendía, no entraba en su cabeza que aquellas tres chicas iban a pegarle por aquello.
Un golpe, un solo golpe en el estómago bastó para que Elisa cayera al suelo de rodillas, llorando. Las chicas no pararon, la levantaron del suelo cogiéndola del pelo y pegándola de nuevo en la pared. Esta vez la pequeña y la mediana aguantaban a Elisa mientras la mayor le pegaba sin cesar en el estómago y en la cara.
Cuando Elisa se desmayó las chicas pararon y la dejaron allí tirada, en la esquina de la habitación, para irse con los demás a charlar o lo que era parecido, a amenazarles. Sangraba por nariz y labio, ambas estaban rotas.
La mujer que llevaba el orfanato entró en la habitación y vio a Elisa así, corrió hacia ella y la sostuvo en brazos para sacarla de allí. Miró a las tres hermanas, sabía que habían sido ellas, como siempre.
-Ustedes tres vais a ser castigadas…
Aquello no les hizo gracia a ninguna y en cuanto Elisa estuviera despierta, pagaría por eso…
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-Hola, Elisa. –Dijo la mujer que me abrió nada más llamar. Era mi madre, era exactamente igual que yo.- Pasa, pasa…
-Hola. –Fue lo único que dije y pasé al interior.
-¿Qué tal? –Mientras me preguntaba me guiaba por la casa hasta el salón y me señaló un sofá para que me sentara.
-¿Podemos ir al grano? –Dije de la forma más seca posible mientras me sentaba, la miraba muy seria.
-Está bien… -Suspiró- Es sobre tu padre…
-¿También fingió su muerte? –Frunzo el ceño.
-No es eso… -Me miraba nerviosa, casi le costaba respirar normal.- El hombre que te vio nacer, el que murió cuando tenías cinco años…
-Dilo ya.
-Tu padre biológico es un agente de la paz del que me enamoré, el agente de la paz que te ayudó tras mi marcha. –Suelta de golpe y me quedo callada.
La miro sin saber qué decir. Me volvió a mentir otra vez, una mentira más a la lista que tiene. ¿Hay algo de verdad en mi historia? Sí, el dolor que pasé, los llantos y las risas pero algunas de las personas en mi vida fueron simples actores o eso me parecía a mí.
Me levanté del sofá y salí por la puerta de la casa sin decirle nada, cerrando con un portazo. Busqué por todo el distrito al agente de la paz, sabía que no andaría muy lejos. Todo el tiempo que pasamos juntos, enseñándome cosas para sobrevivir por mí misma y no tuvo tiempo de contarme quién era en realidad. ¿Tanto costaba decírmelo? ¿Tanto costaba decir la verdad? Me lo hubiera tomado mejor que ahora y no me sentiría tan…engañada. Ahora pocas cosas para mí son verdad, ahora me cuestiono todo…
Encontré al agente charlando con una pesadora. Me paré delante de él, con los puños cerrados, tenía ganas de pegarle en toda la cara aunque eso me costara un buen castigo. Se dio cuenta de mi presencia al rato, cuando la pescadora se lo dijo, me miró y tragó saliva, sabía o por lo menos se intuía lo que había pasado.
-Elisa…-No le dejé decir más, me abalancé sobre él para pegarle.
Me cogió por la cintura, dándome la vuelta para que así no pudiera pegarle en la cara aunque con mis pies le pegaba patadas a sus piernas. Estaba frustrada, dolida, engañada. Había confiado en él y él en mí pero no tuvo valor para contarme ese pequeño detalle, ese pequeño detalle que cambiaba todo a mi alrededor. Me aguantó con fuerza para que dejara de moverme y pegarle.
-Elisa para, por favor. Lo siento, ya sabes cómo son las cosas… -Me dio la vuelta y me abrazó contra él pero cuando hizo eso empecé a llorar desconsoladamente.
Mi vida, mi familia, mi historia ahora sería diferente a partir de ahora aunque ya de por sí era diferente desde hace un año. Necesito respuestas, y las quiero ya. A mi pesar tendré que hablar con mi madre y con él para poder aclararlo todo, quiero saber si todo lo que he vivido es mentira…
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